Incertidumbres | Ideal

Incertidumbres | Ideal


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La incertidumbre es la situación contrapuesta a la información. Se presenta transversalmente desde fenómenos sociales como la política, la física cuántica, la informática, la medicina, ...


la psiquiatría y la Bolsa. Decimos que «todo está patas arriba» como si la incertidumbre fuera un fenómeno extraterrestre, pero es más bien el condimento que acompaña a la vida humana. Si


fuéramos realmente 'objetivos', la suma de todas las incertidumbres nos anonadaría. Por eso se inventó la familia, en primer lugar, porque el padre y la madre protegen a la prole


con un cariño que despeja toda ansiedad virtual. Aquí se comprueba el lazo entre desamor y ansiedad. Cuando, quien era nuestro guardián «se quita de en medio», los niños sufren lo que sus


padres se esmeran en ocultar. Las grandes familias con muchos hijos e hijas, primos y primas que han creado un modo de hábitat, a la vez, independiente y común, consiguen más salud mental de


la que postula la OMS. La escuela, después de unos días de lágrimas por no conocer con que monitores, maestros y amigos se va el niño a encontrar, va gradualmente cobrando confianza con la


'seño' y luego el profesor. La escuela es un mundo distinto de la familia y una de sus finalidades es la de ir informando, años tras año de cómo es el mundo y el hombre que lo


habita, cómo es su país, su geografía y su historia. En la medida que el niño aprende, adquiere fuentes de información y consigue ser diestro en la realidad virtual, la información disuelve


la incertidumbre. La ansiedad alcanza su pico, en la 'Selectividad', pero pasa rápida y da lugar a la aventura universitaria. La aventura, en general y normalmente deja en boca un


sabor dulce y salado pues es una forma de socialización, muy distinta a la familia y la escuela. En la Universidad se decanta el destino de cada uno y cada una y se acaba por vencer la gran


incertidumbre: «¿Qué será de mí?»z. En las universidades se han engendrado todas las revoluciones políticas y culturales de los dos últimos siglos y, aunque en otros contextos, en todas las


universidades se alzan movimientos desde que existen. Los dos primeros cursos son cruciales, porque la juventud y las hormonas no permiten ver siempre el objetivo final de una carrera que es


un servicio a los demás por medio de la profesión. En esa franja de edad y estudios, los chicos y las chicas se sienten cómodos con la incertidumbre y los más inquietos ensayan el


liderazgo. La familia protectora va retirándose y cuando la persona encuentra trabajo, aparece otra modulación de familia en que aquellos que fueron protegidos pasan a protectores y las


incertidumbres pasan a los hijos. Sin duda que un esquema tan simple, corresponde más bien a la sociedad de hace cincuenta años y en un país del Sur. La diferencia con la actualidad es que


ahora las incertidumbres se multiplican por cien: la identidad, el puesto de trabajo, la vivienda y la facilidad por escapar del compromiso y de la estabilidad. Esa ruptura con las


instituciones, aspirando a una libertad sin compromiso es siempre una huida hacia adelante. No hay sociedad que sobreviva a la ausencia de compromiso. Hay personajes con el mayor poder del


mundo que representan el califato de la incertidumbre porque disfrutan, a ojos vista, con derrumbar todos los valores –entre ellos las universidades– sin admitir límites. Su falta de


formación y moral les permite querer vender a la vieja Europa, una burra ciega, cosa que hacían mejor, los mercaderes de antaño.