
Un paseo por la noche más oscura de granada | ideal
- Select a language for the TTS:
- Spanish Female
- Spanish Male
- Spanish Latin American Female
- Spanish Latin American Male
- Language selected: (auto detect) - ES
Play all audios:

Martes, 29 de abril 2025, 08:04 | Actualizado 11:44h. Comenta Compartir Anochece en Granada y brotan las luciérnagas. El apagón se hace más patente a partir de las 22.00 horas, cuando solo
los faros de los coches iluminan este paseo. En Camino de Ronda, los vecinos de una y otra acera juegan con sus linternas a todo lo ancho de la calle. «¡Hola!», se gritan desde las ventanas
cuando las luces se cruzan. En el cruce de Recogidas, un grupo de agentes ordena el tráfico sin descanso. Lo cierto es que a lo largo de toda la noche la presencia de policía es constante,
por todos los barrios. Pero el aplauso vendrá más tarde. Hay velas y sombras asomadas por los balcones. En algunas zonas reina una tranquilidad imponente. En otras, la fiesta y el griterío.
Hay muchos acompañantes de perros que, como en la pandemia, parecen haber encontrado la excusa perfecta para estirar las piernas. Muchas, muchísimas familias han rescatado las luces de
Navidad. En San Antón, el cuerpo de zapadores ayuda a los dueños de una tienda a bajar su persiana atascada. Muy cerca de allí, en Acera del Darro, el reloj marca todavía las 12.33 horas. En
Puerta Real, un grupo de estudiantes marroquíes se ha subido a unos contenedores con el móvil en lo alto del brazo. Buscan cobertura y, al parecer, el truco, dicen, les funciona. Hay muchos
turistas y Erasmus paseando por la calle, totalmente desubicados. «Hay que valorar lo que nos está pasando», dice Laura, estudiante gallega de Sociología de 22 años. «Es bonito andar sin
luz, sin redes sociales y sin mirar el móvil todo el rato por una noche… ¡Antes vivíamos así!». Mesones es un río oscuro que transporta un runrún de curiosos que desembocan en Bib-Rambla.
Allí, todos los cuellos se alzan y las pupilas reflejan tantas estrellas que parece mentira que siempre, noche tras noche, estén ahí. En los escalones de la Catedral hay decenas de jóvenes
compartiendo la velada. De vez en cuando, el fogonazo del flash ilumina la fachada y el destello -quizás por fugaz- es precioso. Cuando aparece un coche de policía, cada vez que lo hace, la
ovación es emocionante y agradecida. Nadie podía imaginar que la noche del 28 de abril, la noche del apagón, uno pudiera tomarse un helado a las 22.45 horas. En Plaza Trinidad suena un motor
muy fuerte. Es un generador que han instalado junto a Vía Lattea, abierta y vendiendo helados. «No nos queda otra», sonríe Miguel, responsable de la heladería. «No hemos abierto por vender,
si no por quitar género y poder dormir más tranquilos». En la puerta de la heladería, Rosa y sus amigas, todas estudiantes de Arquitectura, saborean la noche: «Encontrar la heladería
abierta ha sido literalmente como ver la luz en la oscuridad», ríen juntas. Así fue el paseo en la noche más oscura de Granada. La noche del apagón. Comenta Reporta un error