
Marta de diego, diseñadora de hortensia herrero y maría josé catalá: «mis clientas saben que soy una tumba» | las provincias
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Un sol que se agradece una mañana de invierno entra por las ventanas del estudio de Marta de Diego, ubicado en la esquina de ... las calles Conde de Salvatierra y Martínez Ferrando, con
vistas al Mercado de Colón. Puertas adentro de un edificio que desde afuera habla de la Valencia más señorial y modernista, el colorido de los rollos de tela de una esquina armoniza con el
dibujo del suelo hidráulico y el precioso relieve de las molduras originales. No es difícil imaginar, entre estas cuatro paredes, a la diseñadora tomando medidas a Hortensia Herrero o a
María José Catalá, dos de sus clientas más fieles, mientras oye sin escuchar confidencias que quedarán a resguardo para siempre. «Soy una tumba», dice Marta de Diego, madrileña que llegó
hace varias décadas a la capital del Turia desde Barcelona y se ha incorporado a la sociedad valenciana gracias a unas creaciones que hablan de la historia y el carácter de la ciudad. -¿CÓMO
SE ENCUENTRA, AHORA QUE EMPEZAMOS NUEVO AÑO? -Muy bien, este mes cumplo 71 años, y estoy como si tuviera veinte menos, aún me queda mucho por hacer. Nunca me ha importado decir mi edad, e
incluso a veces hasta me pongo porque así da más rabia. Llegará un momento en que diré, no voy a dar más la lata, pero no estoy cansada. Y eso que vengo de las navidades, que lo celebramos
todo y he cocinado muchísimo, porque me encanta y me desestresa. Tengo sobre la mesa retos estupendos. -SI MIRAMOS UNOS MESES ATRÁS, QUIZÁS HAYA QUE CELEBRAR MÁS QUE NUNCA, PORQUE ADEMÁS
USTED HA PERDIDO A AMIGOS EN LA DANA... -Es que hay que celebrarlo, en homenaje a ellos (se refiere a Antonio Noblejas y Miguel Burdeos, dos de los empresarios que estuvieron desaparecidos
durante días, y que pertenecían a su círculo de amigos). Pasamos unas semanas muy duras, y en una situación muy complicada. Yo pensaba: «¿qué le digo (a sus esposas), que necesitaría yo que
me dijeran, que me diera paz? Y es difícil. Ha sido espantoso, pero al mismo tiempo no se puede parar la vida, y el carro tiene que seguir en movimiento, porque además, si salimos de esta
vamos a salir por nosotros mismos. _Esta entrevista estaba prevista para el 1 de noviembre, pero las circunstancias la fueron aplazando, mientras el dolor iba dejando paso a esa fuerza que
ha mostrado la diseñadora para salir adelante, incluso en los fracasos, que los ha habido. De hecho, a Marta de Diego los ojos le brillan de pura energía, ya sea en un discurso criticando la
inacción del Gobierno en la dana, el movimiento feminista, a las «blogueras con modas absurdas» o a quienes están detrás de las pasarelas que se celebran en Valencia -«¿dónde están los
compradores, los periodistas internacionales?»-. Pero la diseñadora lo tiene muy claro: «contento no puedes tener a todo el mundo, y la vejez sirve para tener el don de la insolencia; la
verdad duele pero es muy constructiva». De hecho, así ha intentado educar a sus hijas, «diciéndoles la verdad a riesgo de que voy a tener una semana trágica»._ -ENTRE ESTAS CUATRO PAREDES SE
VISTEN ALGUNAS DE LAS MUJERES MÁS IMPORTANTES DE LA SOCIEDAD VALENCIANA, ¿SABE QUÉ NECESITAN CUANDO ENTRAN POR LA PUERTA? -Mentalmente veo una foto de cómo debe ir cada mujer. Me acusan de
que mando mucho, pero es que yo te estoy viendo, y no quieras ponerte lo que me estás diciendo porque te sacas poco partido o porque te vas a equivocar. Eso sí, escucho muchísimo porque
tienes que defender lo que yo te estoy proponiendo pisando fuerte. Me da mucha rabia ver a mujeres sin seguridad por unos kilos de más o cualquier otro complejo. Yo las visto para estar
estupendas porque todas lo son, y hacerles entender que no hay que esconder nada, que hay que vestirse, no taparse. EL PESO DE LA ALTA COSTURA Marta de Diego llegó a Valencia por un hombre,
el padre de sus hijas, y aquí se quedó para siempre, absorbiendo la tradición indumentarista de una ciudad que le ha dado mucho. Se formó junto al modisto Pedro Rodríguez en Barcelona hasta
que empezó su propia marca, con un diseño único que la ha posicionado como una de las modistas de costura de la ciudad. -¿CUÁL CREE QUE ES EL SECRETO DE LA FIDELIDAD DE SUS CLIENTAS? -Será
porque lo hago bien, que ellas se vean reflejadas. Hay además otro componente muy importante, y es que soy una tumba y ellas lo saben. Tengo una 'amiga barra clienta' fantástica,
su madre ya lo era, y sus hijas también; las casé a todas. Pues bien, ella dice que venir aquí es barato, porque «es un 2x1; salimos ideales y, además, eres una buena coach». -PERO EL MUNDO
DE LA MODA NO ES EL CAMINO FÁCIL. -¿Sabe dónde está el problema? Que el oficio de la costura no se aprende en la universidad, o en una escuela de diseño por buena que sea, sino en los
talleres, de aprendiz. A mí me encantaría crear escuela, pero esa figura, en términos laborales, no existe. Dentro de cuarenta años, ¿cuántos diseñadores emergentes de ahora pasarán a la
historia como los iconos e inspiración que son ahora Balenciaga, Dior o Chanel? Ya te lo digo yo, no va a pasar ninguno, porque no tienen la base que hay que tener para este oficio. -¿ALGUNA
VEZ HA PENSADO EN TIRAR LA TOALLA? -No lo he pensado, primero, porque el día que me vaya será por la puerta grande. Es un defecto que tengo, que no quiero agachar la cabeza. Y segundo,
porque a mí me encanta lo que hago. ¿Qué haría al día siguiente de tirar la toalla? Me diría a mí misma: «¿qué vas a hacer, si has dejado la toalla a un lado?» Yo no me doy cuenta, pero
estoy en constante creación, incluso en una servilleta, o durmiendo. -¿LA CREATIVIDAD SE COMPARTE? -Picasso hubiera podido responder. La creatividad no se aprende ni se enseña, es un don,
aunque en realidad en moda está todo inventado, y la gracia está en conseguir el equilibrio. -¿QUÉ HUBIERA ELEGIDO DE NO HABER SIDO DISEÑADORA? -Probablemente me hubiera dedicado al mundo
del arte, o el cine. He sido la rebelde de mi casa, la de en medio de cinco hermanos. En aquella época para salir por la noche tenía que cursar una instancia, pero yo me busqué la vida para
poder hacerlo. El único miedo que tenía al volver a casa es que mi padre estuviera despierto, y si lo estaba me inventaba alguna película, con una veracidad... Pero él no era tonto, y me
decía: «eres María Guerrero reencarnada». -¿HA HECHO LO QUE HA QUERIDO EN ESTA VIDA? -Sin lugar a dudas, he hecho lo que he querido, eso sí, como dicen en Valencia, 'en
coneixement'. Mi padre puso una condición: «de aquí todo el mundo sale con un título». Quise ser diseñadora, pero lo fui después de estudiar Empresariales. -¿SU MEJOR CREACIÓN ESTÁ POR
LLEGAR? -Mi mejor creación a nivel personal han sido mis hijas y, en lo que he podido aportar, mis nietas. Este es un matriarcado, y lo digo con convencimiento, porque somos mejores que los
hombres. -SU HIJA CASILDA ESTÁ CON USTED AQUÍ, SU OTRA HIJA, CAYETANA, TRABAJA EN DOHA CON FIRMAS INTERNACIONALES. -Casilda ha creado una línea infantil que se llama Pummuky, que crece como
lo hacen mis nietas. Ella dice que es muy difícil trabajar conmigo, porque a lo mejor cometo el error de creer que tengo la verdad absoluta... Y Cayetana acaba de abrir mercado en Doha con
una empresa valenciana que crea arquitectura efímera para firmas de lujo. Se lo curran, son muy responsables y para ellas todo tiene que estar perfecto, algo que les he inculcado yo de una
forma inconsciente. -¿QUÉ LE GUSTARÍA VER O HACER EN UN FUTURO? -Me gustaría ver cómo Valencia se posiciona donde debe estar en el mundo de la moda, porque hay potencial y se puede. A nivel
personal, me encantaría diseñar un vestuario de ópera. Y escribir algo que me ronda por la cabeza...